martes, 24 de marzo de 2020

24 de Marzo


Día nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

El 24 de marzo se conmemora el día nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, porque el 24 de marzo de 1976 cambió la historia y la vida de muchos argentinos.
Ese día las fuerzas armadas destituyeron al gobierno, que había sido elegido por el pueblo, a través de un golpe de estado, y comenzó el período más triste de la historia argentina. 
Como argentinos debemos recordar nuestra historia para que podamos crecer y para ello debemos ejercitar la memoria para conocer la verdad.

¿Cómo empezar a hablar de lo ocurrido el 24 de marzo de 1976 en nuestro país?, ¿Qué fue aquello que pasó?, ¿Por qué?, ¿Quiénes lo llevaron a cabo? Éstas y otras tantas preguntas recorren nuestra mente cada vez que se acerca esta fecha.
Lo cierto es que el 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas de la República Argentina irrumpieron violentamente en el poder e hicieron uso del mismo durante los siete años posteriores, es decir, hasta 1983. Pero, ¿qué es lo particular de este hecho y por qué pasados más de treinta años de aquel día recordamos esta fecha?
El recuerdo de este triste período de nuestra historia se encuentra manchado por la sangre de más de 30.000 muertos y/o desaparecidos. Más de 30.000 obreros, médicos, estudiantes, periodistas, actores, cantantes, profesores, jueces, abogados, en fin, más de 30.000 hijos, padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos, vecinos, conocidos, etc., cuyo único error era pensar distinto, o ni siquiera eso en muchos de los casos.
La utilización de la maquinaria estatal para llevar a cabo los fines más aberrantes y descabellados es una de las principales causas por las que estos grupos que ostentaban el poder en aquel entonces, es juzgado hoy en día. Si bien la justicia no siempre resulta tan efectiva y veloz, la imborrable marca que ha dejado en una sociedad va mucho más allá de cualquier juicio que se pueda efectuar.
Lo que las dictaduras latinoamericanas hicieron en sus respectivos países es algo único y de lo que lamentablemente somos testigos hoy en día, la matanza de una generación que luchaba por sus ideales con objetivos de mejorar las condiciones sociales de su país, hizo perder una inagotable fuente de recursos humanos que auguraba una salida alternativa a un modelo de país que se volvía cada vez más sofocante.
Los planes de los militares al llegar al poder prometían riqueza, trabajo, seguridad, bienestar y muchas cosas más. Pero el resultado fue muy distinto al planteado en un primer momento incluso, por qué no, inesperado para ellos mismos. Los índices de pobreza crecieron en una escala nunca antes vista, la riqueza del momento (para algunos) se sumió a costa del endeudamiento público que se multiplicó enormemente, el trabajo escaseaba cada vez más, y el bienestar de la sociedad nunca estuvo tan perturbado y corrompido como en aquellos días.
Podemos estar todo un día si se quiere enumerando los saldos de este funesto período, pero la historia nos enseña que el pasado por el pasado mismo no nos sirve de nada si no nos apropiamos de él y en base a éste comenzamos a construir el futuro mediante el diálogo y la comunicación. Es fácil mortificar y seguir insistiendo en lo mismo mediante una crítica que sólo apunte a golpear lo ya tantas veces golpeado.
Hoy, a más de treinta años de lo ocurrido, debemos mirar hacia adelante y alzar nuevas esperanzas y nuevos ideales que nos permitan soñar un nuevo país del cual todos somos parte, pero no sólo cómo simples espectadores, sino como los propios protagonistas que deben llevar a cabo esta difícil pero importantísima tarea que la Argentina tanto se merece. Siempre mirando al futuro, pero sin perder de vista al pasado y las lecciones que éste tiene para enseñarnos; para que no debamos pasar por estas atrocidades en nuestra historia. NUNCA MÁS.